jueves, 14 de febrero de 2013


Letargo Esplendoroso

Carlos Xavier Paredes Gorena

VI.          

    Confesiones cruzadas.

Lo que me conto a continuación fue algo difícil de creer pero que, en su locura, encajaba perfectamente con todo lo que había oído oreja pegada en esas extrañas noches de placer enfermizo. Pero era la imaginación enferma de alguien afectado por un trauma severo como el suyo. Me duele admitirlo pero no había duda, Irma estaba completamente loca.
Según ella todo su periplo empezó con el descubrimiento del cuadernillo sangriento e indescifrable. El mismo se encontraba en una localidad olvidada de C.B.B.A. Lo hallo en una de sus viajes de “investigación paranormal”. Supuestamente su propietario y creador era un tal Parnezu, no sabía nada mas de él y si lo hacía no me lo conto. Solo ella conoce sus razones.
No estaba en condiciones de presionarla más, deje que continuara su increíble relato.
Luego de estudiarlo arduamente se dio cuenta que comprenderlo sería poco más que imposible. No obstante, aquella criptografía extraña e ilustraciones aberrantes eran simplemente irresistibles para alguien con sus peculiares gustos así que, siguió intentando. Trato y trato pero nada parecía revelarle un avance. Su impotencia le carcomía por dentro y la deprimía como nunca. Pero había algo que le motivaba a continuar el esfuerzo, algo prometedor, algo que había estado buscando desde siempre. Siguió intentando.
Lo consiguió después de medio año de confinamiento autoimpuesto. Las letras de claro origen sarcelio (lo único que logro averiguar) empezaron a susurrarle. Ya no tenía que intentar traducirlo. El libro se había adaptado a ella, trataba de entregarle un mensaje. Su mensaje.
La verdad eso me sonaba a una retorcida visión de cita por internet. Decidí no decirlo en voz alta.
Entonces las palabras de Anfitrión se le manifestaron por medio de varios sueños vividos que no se molesto en narrarme. En el último de ellos le había propuesto un acercamiento más, personal. Le indico que tenía una labor que cumplir en Sucre y que deseaba conocerla antes de concretarla. La esperaría en el edificio sucio, piso treinta y dos, departamento número tres (que actualmente habitaba). Irma, embelesada hasta el límite, siguió sus instrucciones al pie de la letra.
Una vez en el lugar las letras del cuaderno le ordenaron quemar una gran cantidad de inciensos que debían ser previamente preparados a mano. Hecho esto trazo un círculo enorme con cera blanca en un territorio plano, la pared. Finalmente se le ordeno recitar un extraño párrafo conformado por palabras profanas que articulo a la perfección pero jamás comprendería.
Fue en la oscuridad de la noche cuando paso lo inimaginable.
La pared empezó a mostrarle imágenes opacas (obnubiladas por el humo de los sahumerios), como en la pantalla de un celuloide antiguo. Después de un tiempo las formas se movían, fluctuaban y tomaban consistencia concreta. Finalmente le pareció observar un video.
Pero, ¿Qué fue lo que vio exactamente? Paisajes. Lugares inimaginables, algunos fantásticos y hermosos, otros grotescos y horrorosos. Eran superficies de mundos distantes, me dijo, mundos que nunca podrán ser sondeados o visitados por ningún humano. Algunos pocos eran planetas de nuestro sistema solar, otros estaban mucho más alejados y la mayoría no pertenecían a nuestro “plano”. 
-          Por las rocas de hielo cristalizado de Cantor. Por la superficie maldita de Algol. A través de las grietas del moribundo Vigenko.- Decía mi amiga con tono poético pero desquiciado.- Por Caronte el guardián de los impíos secretos de Plutón -, por la destructora Deneb Kaitos, por los montes de la enemiga jurada, ¡Obraokua! Se acerca dos veces y se aleja tres.
Sus palabras eran cada vez más extrañas. Para un aspirante a odontología como yo simplemente carecían de sentido. Mis conocimientos en astrología solo se comparan con los de habla japonesa que tengo, o mejor dicho que no tengo. No obstante recuerdo su gusto fanático por mundos inalcanzables, un pasatiempo sano que tenía en el colegio. ¿Ahora también formaba parte de su locura? Supongo que en ese punto era irrelevante.
Un paisaje cada noche, me dijo, seis en total. Su duración visual variaba entre tres a cinco minutos más u menos y además el sonido era inexistente. El actor principal siempre era el mismo. Un imponente tigre purpura con varios ojos e inquietantes apéndices. Corría febrilmente por el extraño terreno, si acaso descansaba nunca lo había visto.
-          Como si deseara salir pero no pudiese, querían matarlo…- Me decía con lágrimas brotando de sus hermosos ojos café claros.
Era una criatura sublime, me dijo, asentí al recordar sus cuadros. Irma no tenía idea si las tribulaciones que le mostraban podrían tener alguna conexión con ella, pero sentía gran afinidad por el protagonista atigrado. Intento retratar al felino una y cien veces pero los resultados nunca eran de su completo agrado. Eran vanos y carentes de esencia, no reflejaban las emociones que ella desbordaba cuando atestiguaba los “videos”. Entonces descubrió el problema, la pintura no le hacía justicia, era corriente y común. Lo que deseaba plasmar era algo magnificente y de matices impresionantes, nada de lo que hiciese parecía estar a la altura de ese reto. Su impotencia la consumía y deprimía. Fue así que en un arrebato de “genialidad” ideo un truco, agregar su sangre y la mescolanza fue perfecta.
Tal vez estaba loca pero el amor es ciego. Yo estaba cada segundo más enamorado de ella. No me importaba su cuerpo o su estado mental, solo quería protegerla de lo que sea que quisiese hacerle daño. Me aproxime a ella de manera sutil para evitar interrumpirla, algo inútil ya que se encontraba totalmente abstraída en su historia. Podría acercarme bailando morenada y apenas se inmutaría.
Continuando con su relato…
Fue el séptimo día. Luego del usual rito nocturno. El horror de horrores finalmente llego a su vida. Anfitrión realizo por fin su primera aparición ante la excitable mirada de Irma.
-          ¡Entro a través del círculo! ¡Campante y sonriente!- Grito eufórica y oprimiéndose con fuerza la parte donde estaba y ya no estaba su brazo. Tuve que abrazarla y calmarla pero no llame a ninguna enfermera. Realmente deseaba saber el final de su historia. ¿Morbo quizás? La verdad es que el relato estaba tremendamente interesante.
Según ella, Anfitrión no era un humano. Ni siquiera un demonio o extraterrestre, parecía estar ciegamente convencida de ello. Después de todo lo ocurrido aun no lo sabía con certeza, solo tenía leves hipótesis. Seguro era la aterradora combinación de todo lo anterior citado, al menos físicamente dijo.
No obstante fue amor a primera vista. Quedo locamente embelesada por el atractivo grotesco que tanto soñaba. No sabía muy bien si era a causa de sugestión, empatía, hipnosis o porque carajo, pero lo amaba y sabia que también él la amaba a ella.
Hablaba castellano y lo primero que le pidió fue que lo llamase Anfitrión. No le dijo nada más de él excepto que no podía verla en las mañanas o tardes por su propia seguridad.  Solo lo haría en las noches y por escaso tiempo, tampoco le explico el motivo. Ella accedió de muy buena gana, como se tenía que esperar de alguien con sus gustos y aficiones.
Parece que el monstruo sabía mucho sobre la cultura humana pues hablaba de forma refinada y bien actualizada. Le prometió llenarla de dinero siempre y cuando obedezca lo que le había dicho, y sobre todo, jamás la traicionase (nunca supo cómo podría traicionarlo y aun sabiéndolo, jamás le hubiera hecho eso a alguien que amaba tanto). Me dijo que todo lo que él le otorgaba lo guardaba en una cajita en el banco y solo retiraba lo necesario, después de todo no quería llamar la atención de ningún codicioso. Con su envidiable situación financiera hubiese dejado el asqueroso departamento hace mucho, pero sabía que solo podría ver a su amado en ese sitio. Esto, cree ella, debido a que a Anfitrión se le habría encargado completar una tarea en el edificio y este la retrasaba a propósito para mantener su sórdida relación. La naturaleza exacta de esa misión le es completamente desconocida, no se habría animada a indagarlo a fondo pues realmente no le importaba mucho.
Antes de darse cuenta lo tenía en la cama copulándola. Al principio fue muy doloroso, me dijo, su fisionomía incompatible con la suya tornaba… (No quise atender muy bien esta parte). Después de un tiempo empezó a golpearla e imprecarla. Solo lo hacía en el acto sexual así que Irma creyó que se trataba de una actitud común entre los de su especie y se lo dejo pasar. Se habituó rápidamente y después de un tiempo también empezó a gustarle. Pero Anfitrión también tenía otro vicio. La bebida. Se tomaba botellas enteras que ella compraba cada tarde y según cuenta, le afectaban como a una persona cualquiera. Ella no se atrevía a sonsacarle secretos en su habitual estado de embriagues, no porque no tuviese curiosidad pues esta no le faltaba. Esperaba pacientemente que él estuviese listo y dispuesto a decírselo todo por gana propia. Como toda mujer enamorada haría.
La visitaba casi todas las noches. Podía entrar a nuestro mundo luego que ella terminase un ritual protocolar a una determinada hora pactada. La mayoría de las veces, “estaba con ella” una o dos horas y luego del maltrato se marchaba diciéndole lo especial que era y cuanto la amaba. Siempre le dejo dinero como si de una prostituta se tratase. Las contadas veces que no se veían eran cuando él así lo decidía. Si eso pasaba Irma obviamente no efectuaba el ritual y se dedicaba a pensar en su amado y el maravilloso espacio que ella ocupaba en su vida.
De pronto detuvo su relato. No había que ser un genio para dilucidar lo que se venía. Le tome de la mano delicadamente y la frote para calmarla. Ella me aferro con más fuerza.
Era momento de rememorar su ruptura.
El día anterior al, suceso, Anfitrión se habría excedido con los golpes y ella no se sentía con fuerzas para poder aguantar el maltrato (fue justo la ocasión que trate de espiarla y me acobarde frente su puerta). No izo el ritual habitual, ¿quien la culparía? Prefirió descansar. Tal vez así le bajaría la hinchazón y le sanarían las heridas en la espalda que él había provocado. Se disculparía cuando estuviese mejor. Pensó que la comprendería.
Gran error.
¡Un error catastrófico! Pasadas dos horas de la hora protocolar, Anfitrión estaba de pie furibundo en el departamento. Irma se encontraba durmiendo tranquila cuando de improviso sintió tremendo golpe seco en el estomago.
-          ¡MALDITA PERRA TRAICIONERA Y MENTIROSA!- Había dicho al momento de efectuar el poderoso porrazo. - ¡TE CONFIO TODO Y ASI RESPONDES!- Bramo cacheteándole la cara.
Me conto que de repente todo el amor que sentía por la asquerosa criatura se convirtió en miedo. ¡Terror! Estaba sorprendida, había llegado a nuestro mundo sin su ayuda. Eso significaba que ahora podía hacerlo cuando quisiese y todo por culpa suya.
Trato de razonar con el pero estaba frenético, no escuchaba excusas, solo propinaba golpes y maldiciones. Entonces y solo desde ese momento se dio cuenta que no merecía esa mierda de nadie y menos de un ser tan repugnante. Ahora lo odiaba y no quería volver a ver su asqueroso rostro jamás. El encanto se había perdido por completo.
Desconoce cómo, pero le hablo en un idioma que seguro solo él conocía (que fue cuando mi oreja entro en acción). Lo amenazo con utilizar eso que sería capaz de aniquilarlo (no me dijo de que se trataba pero tampoco se lo pregunte).
Anfitrión estaba confundido, me dijo. No comprendía cómo su esclava sexual, con la que había tenido tanto cuidado en no filtrar información importante, de repente hablaba su idioma y no solo eso. También sabía el único método para matarlo en su mundo. Pero rápidamente su sorpresa se convirtió en ira, una ira perversa. No le importaba que supiese su debilidad, prepararla llevaba tiempo y ambos brazos, Irma no contaría con eso después de que terminase con ella. La levanto de la cabeza como a una muñeca de plástico y también le tapo la boca para evitar que pidiese ayuda. Fuera por algo de cariño, misericordia o tal vez sarcasmo le despojo de un solo miembro, el brazo derecho.
Acto seguido le propino un violento empujón que la despacho contra su estante y rompió varios vidrios en el proceso. Horas después despertó hecha una desgracia y con una jaqueca aberrante. Al recordar lo sucedido se cubrió la laceración y decidió pedir ayuda. Lucho contra la poderosa migraña y se dirigió a mi puerta tambaleándose. Cuando finalmente llego supo que había excedido sus energías y poco tiempo después perdió la consciencia. Fin de su relato.
De seguro yo tenía tremenda expresión de bobalicón pasmado. Aunque debo admitirlo, toda la historia tiene coherencia, de hecho encaja a la perfección pero aun hay una duda. ¿Qué hay del brazo?, ¿cómo logro lacerárselo de tal manera?
No lo menciono exactamente pero era obvio que ignoraría mi pregunta cómo había hecho antes o saldría con una respuesta descabellada. Además no quería herir su sensibilidad ahondando en detalles dolorosos. De inmediato me vino a la mente el sonido de las aspas gigantes y el chapoteo por el agua, pero supuse que tendría una explicación perfectamente razonable. Tal vez lo izo con un jodido aparato desaparece brazos portátil, yo que sé.
Solo hay una cosa que sé a ciencia cierta. Pudiese haberla salvado si no fuese tan cobarde. La culpa me acongojaba el pecho con sus álgidas tenazas y espinas punzantes. Verle el rostro dolorido y apesadumbrado solo acrecentaba mi vergüenza. Tenía que confesárselo, tenía que liberarme.
-          Yo escuche todo a través de las paredes. Soy una mierda, no me atreví a hacer nada, lo hubiese detenido pero me venció el miedo.-  Confesé con lagrimas amargas de impotencia. No me creía nada el absurdo relato de Anfitrión bicho o alíen del infierno, pero, lo cierto es que hubiese podido intervenir y evitar que ese infeliz le hiciera lo que le hizo.- Tal vez lo abría ahuyentado pero no, soy un pusilánime y no merezco verte a los ojos.
-          No.- Respondió secamente.- Tu no hubieras logrado nada, solo que te matara.- El comentario me hirió en lo más profundo del escaso orgullo masculino que aún conservaba. Lo que más me dolió fue su forma de decirlo, no sus palabras.  Estaba tan convencida, en serio creía que toda aquella locura había pasado.- No tienes porque sentirte mal por mí, yo me lo busque desde un principio pero te lo agradezco mucho.
-          ¿Piensas que no le hubiera hecho daño?, no te culpo, supongo que no sabes que tengo sábila en una maceta – Declare jocoso. Ansiaba ver su hermosa sonrisa una vez más.
-          Y eso que, ¿eres una especie de Popeye el marino y te da súper-fuerza o algo así?- Respondió notando mi tono.
-          No, pero tengo buena puntería y la maceta es pesada.- Broma estúpida pero efectiva.
Su risa era hermosa como siempre. No importaba la situación o el lugar. En Cochabamba, en Sucre y hasta en el mismo infierno invadía mi alma y le llenaba de dicha. No me importaban sus ojeras oscuras ni sus ojos enrojecidos por el insomnio, no me importaba su brazo o su paradero, no me importaba su cordura, no me importaba nada, siempre iluminaria mi vida.
Fue hermosa pero fugas como todo lo bello que existe en la vida. Luego volvimos al doloroso asunto tratado. El tema Anfitrión.
-          Lo que te dije, no lo debe saber nadie, pensarían que estoy loca y me encerrarían- Dijo con seriedad y susto- ¿Tú me crees Adam?- Añadió luego notando mi mueca de asentimiento.
-          Yo, pues, no podría decirte que no, pero, tú sabes es todo tan raro que…- Basto eso para responder su pregunta.
Volvió a bajar la cabeza.
-          No te culpo. Quizá si este loca, de hecho espero estarlo…
-          Te equivocas, yo no creo que estés loca ni nada de eso.- Mentí descaradamente.- Solo pienso que has pasado por mucho y necesitas un descanso. Como cuando estábamos en Cochabamba ¿recuerdas?- Trate de animarla.- Siempre íbamos a comer helados en la pastelería que estaba frente al colegio y tú eras la única que compraba el amargo, solo necesitas un helado.
-          Ojala todo fuera tan fácil.- Condujo las yemas de sus dedos a su frente.- Ambos sabemos que esos buenos tiempos no volverán nunca y todo es mi culpa.- Dejo caer sus cálidas lagrimas sobre la bata de hospital. Parecían pequeñas perlas opacas.
En ese momento volví a jurarme a mí mismo que atraparía y mataría a Anfitrión aunque perdiera la vida en ello. Pero antes debía proteger a Irma, tenía que salvarla de seguir cayendo a la locura.
-          Vete de la ciudad, volvamos a Cochabamba juntos.- Lo decía en serio. Dejaría todo por ella y lo sabía.- Estarás conmigo, no te dejare sola.
-          No serviría de nada, ahora sabe como venir sin mi ayuda. Me hizo esto para recordarme que le pertenezco.- Declaro totalmente convencida. Me estaba cansando de sentirle lastima, su actitud era realmente exasperante. - No necesita mis brazos o piernas para hacer lo que hace y sabe dios que se muere por tenerme de nuevo. Pero antes prefiero estar muerta que volver a tocarlo.
-          ¡Despierta ya Irma! Ese maldito maniático volverá por ti y esta vez te matara.- Gruñí enfadado al notar que seguía con sus locuras. Tal vez si le exponía la realidad  de esa manera reaccionaria.- ¡Larguémonos de esta jodida ciudad!-
Me miraba con sorpresa y ¿satisfacción? Una pequeña sonrisa surcaba su rostro demacrado.
-          Solo dame una semana más. Tengo que ordenar mi mente, dejar algunas cosas y luego, luego me iré contigo a Cochabamba a comer ese helado amargo de uva, te lo prometo- Note la sinceridad en sus palabras, parece que al fin había comprendido.
-          ¿Es una promesa? - Le acaricie el rostro y limpie sus lágrimas.
-          Es una promesa.- Me dedico una mirada dulce y amena.
Creo que está curada. ¿Lo hice yo? Sí, soy tremendo loquero.
Una enfermera interrumpió el momento anunciado que ya habían pasado veinte minutos del horario de visita y tendría que largarme. Que oportuna. Me despedí de Irma con un beso en la frente y prometí visitarla más tarde.
-          No hace falta.- Respondió mientras volvía a coger el gatito de peluche.- Me darán de alta mañana.
-          Con más razón. Necesitaras a alguien que te ayude a recoger tus cosas.
-          Te digo que no hace falta…
-          No discutas hermosa.- Le di la espalda para evitar encontrar su mirada enfadada.- Vendré por ti, mañana.
Me aleje de su presencia por evitar más negativas.
-          Espera un momento.- Exigió.
-          Ya te lo dije, yo…- Si trataba de persuadirme perdía su tiempo.
-          Creo que te quiero.- Me quede estupefacto, aun le daba la espalda.- Me refiero a, más que a un amigo.
Me disponía a darme la vuelta y decirle lo mucho que también la amaba. Desde siempre. Desde antes que toda esta mierda pasara. Desde el colegio, desde el primer día que llego a mi vida esa nublada mañana de marzo. Y así iba a hacerlo, pero entonces ella dijo:
-          Ya puedes irte.
Obedecí. Me aleje a la puerta de salida tembloroso y confundido. ¿Qué diablos acababa de pasar aquí?
-          Yo te amo.- Declare aun sin verle el rostro.- Siempre lo he hecho y siempre lo hare. Tenía dibujada una ridícula sonrisa de oreja a oreja, no me siento mal de admitirlo. 

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