Letargo Esplendoroso
Carlos Xavier Paredes Gorena
II.
Falacias detrás de las paredes.
Es siempre en las noches de estudio cuando los gritos de
éxtasis y dolor se entremezclan generándome confusión y porque no decirlo,
curiosidad.
Todo el griterío desemboca siempre en el mismo resultado, al
menos para mí. Trasnochadas inútiles (con algo de onanismo, porque no decirlo)
y bajas calificaciones en la universidad por la falta de concentración. Casi
siempre la curiosidad vence y pego la oreja en la débil pared que me separa del
morboso espectáculo (sé que mi actitud voyerista no tiene excusas pero
cualquiera en mi lugar haría lo mismo, quizás).
-
¡AAAAHHHH! ¡Siiii! ¡Eso!, ¡Eso!- La vos frenética de Irma que a ratos confundo con
dolor y otros con satisfacción. Supongo que es un poco de lo uno y lo otro.
-
¡SIIII!, ¡PERRA ------- (nunca comprendo esa parte)! ¡¿ESTO TE GUSTA?! ¡SIIII!- La voz inhumana y cacofónica de un
ser inimaginable que disfruta su sádica y obscena labor de amo, torturador o
como se le llame en la cultura masoquista si es que hay una.
Los gritos varían constantemente en cuanto a intensidad. Los
hay fuertes y estridentes capases de romper un espejo como en las caricaturas
(obviamente es una exageración divertida) y también otros débiles, casi
imperceptibles que exigen al máximo mi sentido auditivo. Las cosas que Irma
grita también difieren siempre. A veces suplicas de – “¡Para! ¡Paraaa! ¡Me lastimas!”- y otras excitada al límite- “¡Continua! ¡Continua mi amor!, ¡Sigue asiii!”-.
En síntesis, ¡me encuentro completamente confundido! En ocasiones no sé si
llamar ayuda o simplemente ignorarlos y tratar de estudiar (cosa que siempre
termino haciendo).
Estoy convencido de un solo hecho. Sus actos son asquerosos,
asquerosos y enfermos, pero daría la cabeza por saber qué y como lo hacen. No
fue hasta hoy, después de enterarme que reprobaba otras dos materias que al fin
me decidí y tomare una valiente medida para salir de dudas.
Hare lo que debí hacer desde un principio…
No importa cómo. Tengo que ver a Anfitrión y las cosas que
hace con Irma esta noche. Sé que mi excusa mental me justifica y me acredita
pues se vea de donde se vea me lo deben. Son los culpables indirectos y depravados
de mis malas calificaciones.
Prepare un café y encendí unos cigarros. Me encuentro atento
e impaciente de meterme furtivamente en el departamento de Irma. Estoy seguro
que no deja la puerta asegurada (¿si no como entraría su amante?). Flexiono mi
nuca y visualizo lo que puede o no ocurrir esta noche. Quizás ni siquiera
percaten mi presencia, estarán demasiado distraídos haciendo lo que sea que
hacen. Pero si me pillan, entonces, huiré como rata. Siempre podre excusarme
fingiendo preocupación por su vida, o, o, curiosidad por las pinturas. No
importan las consecuencias, sabré lo que pasa y podre dormir tranquilo.
Ya es de madrugada y los gritos usualmente se producen a
partir de la una (poco más o menos). Cada rato atisbo recatadamente su puerta.
Quiero poder ver al famoso Anfitrión y
saber qué tipo de prototipo
humano-animal es por su ropa o apariencia…
¡Pero pasan los minutos y nada!
Me lo imagino enorme como de un metro noventa. De cutis
morena, no, afroamericano como el anterior ocupante de mi departamento. Pelo
corto y a la moda como se acostumbra en ellos, bigote risueño que acentúa su
blanca sonrisa cuando ella le abre la puerta, pantalones ajustados que resaltan
su supuesto enorme miembro, una camisa también ajustada que destaca unos bíceps
de luchador griego acorde a su nombre. Como comparte los gustos de Irma seguro también
estará ataviado de una capa de conde Drácula y un látigo.
El tiempo se mofa, transcurre lento y soporífico. El sueño invade
mi cabeza mellando mis mordaces aspiraciones, tornándolas ridículas y
vergonzosas. Bebo otro sorbo de café a sabiendas que probablemente será el
último de esta jornada. Atisbo nuevamente y suelto una mueca. El pasillo esta
tanto o más silencioso que un camposanto en lunes.
Me rindo.
Estoy cansado y aburrido, además seguro que al cabo de dos
horas de vigilia inútil no se puede decir que no lo he intentado. Al parecer la
televisión se me adelanto, su ruido estático y estúpido me enfurece, lo apago
de un golpazo. Me acuesto en la cama increpando a medio mundo. Ya lo intentare mañana,
si me animo (apuesto a que así será).
Empecé a oírlos menos de quince minutos después del abandono
de guardia. Me encontraba vagamente dormido pero reaccione de golpe. Mi
audición no me engañaba, primero eran voces tenues, gradualmente se
transformaban en gritos. Me apresure de inmediato a la pared, no podía perderle
la pista a la actividad reciente. Lo primero que hice fue apegar la oreja al
muro y lo que pude escuchar de esa extraña conversación sigo sin entenderlo y
dudo que alguien normal pueda hacerlo.
-
Rku azgret…falm yugn uolm, ¡Iwtalo ngrick uolm!- Decía Irma frenéticamente a su sádico novio.
-
¡HGNA, IRTLUCK SEMNIAN THULCUCK! ¡GYARSEN YUGN! ¡FERTANSEIL
GOMNER!- Le respondió la energúmena e
iracunda voz que inconfundiblemente provenía de las misteriosas (y dignas de
estudio científico) cuerdas vocales de Anfitrión, ¿pero en que rato entro a su
departamento? Yo andaba vigilando su puerta y antes de darme por vencido me
percate que en tal silencio sería fácil percibir las pisadas en los pasillos de
parquet viejo.
Mis ilusas preguntas se disiparon de inmediato,- eso no es tan importante ahora- recapacité
al advertir lo que decía. Su forma de hablar me despertó una profunda sensación
de intranquilidad. No tanto por el aterrador lenguaje si no por la forma
inhumana en que lo profería.
Definitivamente algo era distinto esta noche. Aparentemente su
relación atraviesa un percance de gran tamaño. No se escucho ningún alarido de
éxtasis o enferma satisfacción, solo falacias incomprensibles. Gruñían como
animales profiriendo horribles blasfemias. Además hay que sumarle a todo que se
expresan no en castellano, sino utilizando un idioma indefinible que me pone la
piel de gallina por lo milenario y aterrador que suena. Me taladra las orejas y
el cerebro.
Siguieron discutiendo por alrededor de media hora y luego,
luego cayó un silencio como la calma que precede un aluvión. Yo me escurría por
la pared como víbora cazadora o busca tesoros. Evaluaba cada punto del sucio
muro enchufando mi curiosa oreja en todos los sectores posibles para encontrar
el lugar exacto y perfecto que me ayude a saber el desenlace de la extravagante
riña con la mayor claridad posible. Mi esfuerzo fue recompensado.
No estoy muy seguro lo que mi oído capto o creyó captar. Era
un sonido de forcejeos seguidos por el de aspas de una endiabladamente gigante
ventiladora. Luego me pareció escuchar el deslizar de agua y pisadas sobre ella
para después volver a ese despreciable y misterioso silencio.
Cuantas almas hubiera tributado por tener una cámara oculta
en el lugar. Lo digo en serio, hubiera vendido la mía al propio Satanás si es
que existiese. Me mantengo estático cual estatua romana, con la oreja casi
fusionada a la fría y estéril pared esperando que el abismal silencio se rompa
con un nuevo sonido irresistiblemente misterioso. Mi curiosidad vuelve a ser recompensada.
Me sacudí instintivamente al escuchar el eco de destrucción producido por
varios vidrios rotos o aplastados que luego se vieron eclipsados por el potente
retumbo de un mueble colapsando.
Ya es suficiente- cavile- es hora de intervenir- dije decididamente pero en voz baja y me
dispuse a ponerme la chamarra de la suerte (regalo de despedida de mi padre) e
ir al departamento vecino a ver lo que había ocurrido y lo que no también.
No llame a la policía, ¡no llame a nadie! Pensé que
probablemente sería otra de esas excéntricas cosas que tanto les gusta hacer.
Además, fuera o no así al fin tendría un buen pretexto para entrar al
departamento y ver a Anfitrión.
Al parecer otro vecino había sentido lo mismo pues estaba
parado en su puerta con un cigarrillo en mano y un gatico plomo en la otra,
seguro era el famoso ex docente. Al alertarse de mis intenciones volteo dándome
la espalda y serró su puerta.
–
Muy bien por mi bicho raro, no
necesito tu ayuda.- Le
dije a su puerta serrada al notar aquella egocéntrica forma de mirarme antes de
adentrarse de nuevo en su refugio de paredes sucias.
Me acerque decididamente a la puerta de los misterios que
tanto tiempo se me habían trazado. Mi plan era simple. Ver lo que pasó ¡y si
acaso el malnacido llamado Anfitrión intentaba algo en mi contra! escapar a mi
cuarto y marcar a la policía. Ellos están entrenados para este tipo de cosas,
yo no.
Debería haber cogido un palo o una maceta, si una maceta. Tengo
buena puntería.
Pero a medida que avanzaba por el pasillo oscuro sentía más y
más un nauseabundo sentimiento de aprensión creciendo gradualmente hasta el punto
que entumeció mis piernas. Mi corazón palpitaba estridentemente irritando mis
tímpanos y produciéndome jadeos. Justo cuando alcanzaba a palpar la perilla de
la puerta me lo pensé mejor. Emprendí una retirada estratégica, di media vuelta
y retorne a mi morada como perro asustado con la cola entre las pelotas.
Después de todo, dormir tranquilo en la ignorancia y vergüenza es mejor que ser
un jodido morboso.
Al menos lo intente, eso cuenta.
De hecho no me sentí tan mal. Me convencí ciegamente que era
otro de esos actos sexuales raros que tanto les gusta practicar. Qué risa,
seguro mañana temprano veré a Irma toda golpeada y con una enorme y tonta
sonrisa en la cara.
Y así fue en esencia. Pero había grandes diferencias
imposibles de comparar. Esta vez estaba tendida en mi puerta, semidesnuda,
golpeada, magullada y mutila. ¡Sí! así como dije.
No hay comentarios:
Publicar un comentario