jueves, 14 de febrero de 2013


Letargo Esplendoroso

Carlos Xavier Paredes Gorena

II.             
  
     Falacias detrás de las paredes.
Es siempre en las noches de estudio cuando los gritos de éxtasis y dolor se entremezclan generándome confusión y porque no decirlo, curiosidad.
Todo el griterío desemboca siempre en el mismo resultado, al menos para mí. Trasnochadas inútiles (con algo de onanismo, porque no decirlo) y bajas calificaciones en la universidad por la falta de concentración. Casi siempre la curiosidad vence y pego la oreja en la débil pared que me separa del morboso espectáculo (sé que mi actitud voyerista no tiene excusas pero cualquiera en mi lugar haría lo mismo, quizás).
-          ¡AAAAHHHH! ¡Siiii! ¡Eso!, ¡Eso!- La vos frenética de Irma que a ratos confundo con dolor y otros con satisfacción. Supongo que es un poco de lo uno y lo otro.
-          ¡SIIII!, ¡PERRA ------- (nunca comprendo esa parte)! ¡¿ESTO TE GUSTA?! ¡SIIII!- La voz inhumana y cacofónica de un ser inimaginable que disfruta su sádica y obscena labor de amo, torturador o como se le llame en la cultura masoquista si es que hay una.
Los gritos varían constantemente en cuanto a intensidad. Los hay fuertes y estridentes capases de romper un espejo como en las caricaturas (obviamente es una exageración divertida) y también otros débiles, casi imperceptibles que exigen al máximo mi sentido auditivo. Las cosas que Irma grita también difieren siempre. A veces suplicas de – “¡Para! ¡Paraaa! ¡Me lastimas!”- y otras excitada al límite- “¡Continua! ¡Continua mi amor!, ¡Sigue asiii!”-. En síntesis, ¡me encuentro completamente confundido! En ocasiones no sé si llamar ayuda o simplemente ignorarlos y tratar de estudiar (cosa que siempre termino haciendo).
Estoy convencido de un solo hecho. Sus actos son asquerosos, asquerosos y enfermos, pero daría la cabeza por saber qué y como lo hacen. No fue hasta hoy, después de enterarme que reprobaba otras dos materias que al fin me decidí y tomare una valiente medida para salir de dudas.
Hare lo que debí hacer desde un principio…
No importa cómo. Tengo que ver a Anfitrión y las cosas que hace con Irma esta noche. Sé que mi excusa mental me justifica y me acredita pues se vea de donde se vea me lo deben. Son los culpables indirectos y depravados de mis malas calificaciones.
Prepare un café y encendí unos cigarros. Me encuentro atento e impaciente de meterme furtivamente en el departamento de Irma. Estoy seguro que no deja la puerta asegurada (¿si no como entraría su amante?). Flexiono mi nuca y visualizo lo que puede o no ocurrir esta noche. Quizás ni siquiera percaten mi presencia, estarán demasiado distraídos haciendo lo que sea que hacen. Pero si me pillan, entonces, huiré como rata. Siempre podre excusarme fingiendo preocupación por su vida, o, o, curiosidad por las pinturas. No importan las consecuencias, sabré lo que pasa y podre dormir tranquilo.
Ya es de madrugada y los gritos usualmente se producen a partir de la una (poco más o menos). Cada rato atisbo recatadamente su puerta. Quiero poder ver al famoso  Anfitrión y saber qué tipo de  prototipo humano-animal es por su ropa o apariencia…
¡Pero pasan los minutos y nada!
Me lo imagino enorme como de un metro noventa. De cutis morena, no, afroamericano como el anterior ocupante de mi departamento. Pelo corto y a la moda como se acostumbra en ellos, bigote risueño que acentúa su blanca sonrisa cuando ella le abre la puerta, pantalones ajustados que resaltan su supuesto enorme miembro, una camisa también ajustada que destaca unos bíceps de luchador griego acorde a su nombre. Como comparte los gustos de Irma seguro también estará ataviado de una capa de conde Drácula y un látigo.
El tiempo se mofa, transcurre lento y soporífico. El sueño invade mi cabeza mellando mis mordaces aspiraciones, tornándolas ridículas y vergonzosas. Bebo otro sorbo de café a sabiendas que probablemente será el último de esta jornada. Atisbo nuevamente y suelto una mueca. El pasillo esta tanto o más silencioso que un camposanto en lunes.
Me rindo.
Estoy cansado y aburrido, además seguro que al cabo de dos horas de vigilia inútil no se puede decir que no lo he intentado. Al parecer la televisión se me adelanto, su ruido estático y estúpido me enfurece, lo apago de un golpazo. Me acuesto en la cama increpando a medio mundo. Ya lo intentare mañana, si me animo (apuesto a que así será).
Empecé a oírlos menos de quince minutos después del abandono de guardia. Me encontraba vagamente dormido pero reaccione de golpe. Mi audición no me engañaba, primero eran voces tenues, gradualmente se transformaban en gritos. Me apresure de inmediato a la pared, no podía perderle la pista a la actividad reciente. Lo primero que hice fue apegar la oreja al muro y lo que pude escuchar de esa extraña conversación sigo sin entenderlo y dudo que alguien normal pueda hacerlo.
-          Rku azgret…falm yugn uolm, ¡Iwtalo ngrick uolm!- Decía Irma frenéticamente a su sádico novio.
-          ¡HGNA, IRTLUCK SEMNIAN THULCUCK! ¡GYARSEN YUGN! ¡FERTANSEIL GOMNER!- Le respondió la energúmena e iracunda voz que inconfundiblemente provenía de las misteriosas (y dignas de estudio científico) cuerdas vocales de Anfitrión, ¿pero en que rato entro a su departamento? Yo andaba vigilando su puerta y antes de darme por vencido me percate que en tal silencio sería fácil percibir las pisadas en los pasillos de parquet viejo.
Mis ilusas preguntas se disiparon de inmediato,- eso no es tan importante ahora- recapacité al advertir lo que decía. Su forma de hablar me despertó una profunda sensación de intranquilidad. No tanto por el aterrador lenguaje si no por la forma inhumana en que lo profería.
Definitivamente algo era distinto esta noche. Aparentemente su relación atraviesa un percance de gran tamaño. No se escucho ningún alarido de éxtasis o enferma satisfacción, solo falacias incomprensibles. Gruñían como animales profiriendo horribles blasfemias. Además hay que sumarle a todo que se expresan no en castellano, sino utilizando un idioma indefinible que me pone la piel de gallina por lo milenario y aterrador que suena. Me taladra las orejas y el cerebro.
Siguieron discutiendo por alrededor de media hora y luego, luego cayó un silencio como la calma que precede un aluvión. Yo me escurría por la pared como víbora cazadora o busca tesoros. Evaluaba cada punto del sucio muro enchufando mi curiosa oreja en todos los sectores posibles para encontrar el lugar exacto y perfecto que me ayude a saber el desenlace de la extravagante riña con la mayor claridad posible. Mi esfuerzo fue recompensado.
No estoy muy seguro lo que mi oído capto o creyó captar. Era un sonido de forcejeos seguidos por el de aspas de una endiabladamente gigante ventiladora. Luego me pareció escuchar el deslizar de agua y pisadas sobre ella para después volver a ese despreciable y misterioso silencio.
Cuantas almas hubiera tributado por tener una cámara oculta en el lugar. Lo digo en serio, hubiera vendido la mía al propio Satanás si es que existiese. Me mantengo estático cual estatua romana, con la oreja casi fusionada a la fría y estéril pared esperando que el abismal silencio se rompa con un nuevo sonido irresistiblemente misterioso. Mi curiosidad vuelve a ser recompensada. Me sacudí instintivamente al escuchar el eco de destrucción producido por varios vidrios rotos o aplastados que luego se vieron eclipsados por el potente retumbo de un mueble colapsando.
Ya es suficiente- cavile- es hora de intervenir- dije decididamente pero en voz baja y me dispuse a ponerme la chamarra de la suerte (regalo de despedida de mi padre) e ir al departamento vecino a ver lo que había ocurrido y lo que no también.
No llame a la policía, ¡no llame a nadie! Pensé que probablemente sería otra de esas excéntricas cosas que tanto les gusta hacer. Además, fuera o no así al fin tendría un buen pretexto para entrar al departamento y ver a Anfitrión.
Al parecer otro vecino había sentido lo mismo pues estaba parado en su puerta con un cigarrillo en mano y un gatico plomo en la otra, seguro era el famoso ex docente. Al alertarse de mis intenciones volteo dándome la espalda y serró su puerta.
        Muy bien por mi bicho raro, no necesito tu ayuda.- Le dije a su puerta serrada al notar aquella egocéntrica forma de mirarme antes de adentrarse de nuevo en su refugio de paredes sucias.
Me acerque decididamente a la puerta de los misterios que tanto tiempo se me habían trazado. Mi plan era simple. Ver lo que pasó ¡y si acaso el malnacido llamado Anfitrión intentaba algo en mi contra! escapar a mi cuarto y marcar a la policía. Ellos están entrenados para este tipo de cosas, yo no.
Debería haber cogido un palo o una maceta, si una maceta. Tengo buena puntería.
Pero a medida que avanzaba por el pasillo oscuro sentía más y más un nauseabundo sentimiento de aprensión creciendo gradualmente hasta el punto que entumeció mis piernas. Mi corazón palpitaba estridentemente irritando mis tímpanos y produciéndome jadeos. Justo cuando alcanzaba a palpar la perilla de la puerta me lo pensé mejor. Emprendí una retirada estratégica, di media vuelta y retorne a mi morada como perro asustado con la cola entre las pelotas. Después de todo, dormir tranquilo en la ignorancia y vergüenza es mejor que ser un jodido morboso.
Al menos lo intente, eso cuenta.
De hecho no me sentí tan mal. Me convencí ciegamente que era otro de esos actos sexuales raros que tanto les gusta practicar. Qué risa, seguro mañana temprano veré a Irma toda golpeada y con una enorme y tonta sonrisa en la cara.
Y así fue en esencia. Pero había grandes diferencias imposibles de comparar. Esta vez estaba tendida en mi puerta, semidesnuda, golpeada, magullada y mutila. ¡Sí! así como dije.

No hay comentarios:

Publicar un comentario