jueves, 14 de febrero de 2013


Letargo Esplendoroso

Carlos Xavier Paredes Gorena



X.

El misterioso Anfitrión, revelado.

Me encontraba forrado hasta los dientes con las más poderosas armas que creó el planeta tierra. La pistola que representaba el mayor vestigio de poder masivo humano en la mano derecha. Y una maceta pequeña con un retoño de sábila representando el poder ilimitado del mundo vegetal en la mano izquierda. Si Anfitrión era un bicho espacial lo pagaría muy caro. A decir verdad me sentía más tranquilo con la pistola.
El departamento de Irma se encontraba vacío. Como me mostro hace unas horas la mayoría de sus cosas estaban empaquetadas y en su lugar. Listas para el viaje.
-          Irma estoy aquí. Traje la escopeta- Tal vez se encontraba amordazada, pero si no, debería de contestarme. Nadie respondió. Recapacite, si Anfitrión me oyó sabrá que vengo armado, soy un idiota.
El nivel del agua (ya me llegaba a los tobillos) era superior al del pasillo y la corriente parecía ser levemente más fuerte.
El humo se disipaba poco a poco. Pude ver con algo de claridad gracias a la ventana del balconcillo, no era mucho pero era una ayuda. Me acerque cautelosamente a la sala para ver el sitio del círculo y tal vez encontrar una fogata suspendida y a Anfitrión manos de hacha y boca de aspiradora manchado de sangre violando a mi Irma en silencio. Pero estaba vacío, el círculo estaba tan borrado como lo había dejado hace dos días. No di tres pasos cuando me percate de algo.
Luz, luz verde y ruidos raros. Provenían de la habitación de Irma.
Se me helo la sangre al percatar los aterradores sonidos, la extraña luz verde casi fosforescente solo atenuaba el sentimiento. Estuve parado vacilante por lo que parecieron horas, pero al fin me decidí. No podía ir tan lejos y echarme atrás, esta vez no. Además Irma me necesitaba y debía salvarla. Todo se pierde excepto las esperanzas.
Me acerque cautelosamente para tratar de no ahuyentar a Anfitrión.
Estando cerca a la puerta me di cuenta de algo curioso. El agua verde que me había acompañado en todo momento (desde mi departamento hasta la sala de Irma en la que me encontraba ahora) había sido una sustancia de color claro, pero ahora se mostraba sutilmente oscura. Además parecía seguir una leve corriente. Había encontrado el origen del líquido, salía de su habitación. También me percate de otro aspecto. Los toquecillos de “formas” en los tobillos se hacían más recurrentes.
Llegue a la puerta de su cuarto, estaba medio abierta. Al principio no lo vi claramente, pero luego reflexione que no todo en el mundo tiene una explicación razonable. El agua y la luz salían de un círculo enorme en la pared, era idéntico en tamaño y forma al que izo Irma en la sala pero este no parecía llevar contorno de cera.  El humo también salía de esa dimensión desconocida. Comenzaba a difuminarse por completo, era soplado levemente por un viento casi imperceptible.
Como dije antes la puerta estaba medio abierta y solo me dejaba ver el circulo. Los ruidos que acababa de oír aun seguían sin tener explicación. Eso no duraría mucho.
Cogí la aldaba humedecida y titubee por un momento ¿en verdad pensaba hacerlo? Por Irma sí, lo que sea. En un arranque de adrenalina empuje la puerta y descubrí al horror de horrores.
Era Anfitrión en toda su gloria.
Quede boquiabierto al contemplar semejante imagen.
Casi suelto la pistola y salgo corriendo, si por miedo o valor mis pies no respondieron a mi cerebro. Tenía agarrada la culata del arma de forma torpe y temblorosa. Ni el más viril macho lo hubiese afrontado tan audazmente.
Estaba de espalda y media dos metros, tal vez más pero no menos.
-          AL FIN LLEGASTE CACHO DE CARNE…- Saludo mi rival de amores. Yo le encañone el arma y apuntaba a matar.
Era repulsivo. Una sátira cruel y aterradora de la forma humana. Un bulto enorme de piel sin pelos o vellos. Irma no estaba loca pero no puedo creer que alguien cuerdo pudiese enamorarse de algo así.
Estaba completamente desnudo (¿donde hallaría ropa que le quede?). Todo su cuerpo se encontraba cubierto de una reluciente epidermis semejante a la humana al menos por el color rosáceo. Parecía una gran masa amorfa de carne. Repulsivas lonjas (o músculos) le colgaban por todas partes del cuerpo frondoso. Saltaba a la vista una columna vertebral con huesos sobresalidos que asemejaban a los de un estegosaurio chino debido a su aterradora forma resaltada en piel. Al parecer tenía pies fornidos pero cortos para su metabolismo superior tan enorme.
Giro para plantarme cara. Tenía hombros enormes y macizos que parecían más grandes que su cabeza. Me recordaban a los omoplatos de un gorila, sus proporciones eran muy similares. Dos brazos gordos salían de cada uno de ellos, estos a su vez estaban formados por un trió de tentáculos o venas gruesísimas unidas en giros para desembocar en lo que seguramente eran tres poderosos dedos tentaculares. Su cuello era gordo y ancho cual tronco de secoya. En la parte derecha del pescuezo tenía un bulto horripilante, estaba conectado a la espalda por una gruesa vena colgante que se le enlazaba y fusionaba. El cordón de carne era tan amplio como una anaconda y tenía un color rosáceo humano predominante que cambiaba de tonalidad en la parte inferior de las uniones.
La cabeza, parecía no tenerla, era  como una continuación larga y gorda de la nuca que terminaba en una masa achatada y redondeada. Pero vaya que lo era pues en ella se albergaban un par de espantosos ojos hundidos y brillantes. Sus cejas pronunciadas y exentas de vello jamás podrían ocultarlos de mi vista aguda. No eran aterradores por que fuesen diminutos para el volumen de su cráneo, o porque estuviesen tan separados uno de otro. Lo espantoso de ellos era su naturaleza ambigua, casi parecían ojos humanos. El iris blanco y la pupila verde, nunca jamás lo olvidaría.
No tenía nariz, más si unas aberturas alargadas a cada lado donde debería estar una. Izquierda y derecha, como fosas nasales, se confundían con feas arrugas., Literalmente tenía una gran sonrisa, su boca era titánica. Su enormidad y anchura, tantee en mi cabeza, fácilmente duplicaba a la de una humana. Los labios rosados y carnosos ocultaban un montón de dientes pirañescos pequeños y afilados, parecían cientos. Tampoco poseía orejas o no eran las convencionales. No estoy seguro pero creo que los dos agujeros uno arriba y otro abajo en cada lado de su cuello cumplían esta función, eran pequeños y estaban cubiertos por una membrana que semejaba la de sus labios. 
Su abdomen era tremendo. Le sobresalían dos carnosidades enormes de color rosáceo oscuro, una en el pecho y otra en la cintura. La primera en la parte izquierda, era más pequeña que la segunda, situada unos centímetros abajo. Ambos bultos se conectaban por medio de una vena rosada del grosor de un cable eléctrico domestico (era similar al de nuca-espalda en color y forma). Su respiración, mejor dicho, jadeo, era inquietante. Pareciese que el oxigeno recorría todas las venas pasando por todo su cuerpo.
Le faltaban pezones y ombligo, aunque en la barriga tenía una raya vertical corta que tal vez explicaría este último. Le colgaba de las piernas asquerosamente un enorme pene despellejado y rojizo que parecía más una víbora cornuda por su largo, ancho, y movimientos sutiles.
¿No me había dicho que tenía un miembro enorme? Ahora concuerdo con ella. ¿Qué otra cosa dijo de Anfitrión? “Parece la extraña combinación de humano, demonio y extraterrestre”. Cuánta razón tenía Irma.
Poseía rasgos humanos obvios; la piel, los ojos y tal vez las piernas (aunque no logre verle los dedos debido al agua y humo que los cubrían). A la par, tenía características que desafiaban la imaginación de cualquier soñador gótico o ufólogo. Eran quiméricos; su desorbitante columna picuda, sus brazos largos y tentaculares, su cabeza corta y rolliza, su extraña nariz o la falta de ella, la enorme boca con dientes pequeños y afilados, los agujerillos que tal vez eran orejas y la extraña disposición separada de sus ojos. Todo su cuerpo en general estaba minado por tumores grotescos y venas que aparentan boas recorriéndolo de espalda a cabeza, de pecho a cintura y muchas más abultadas dentro su piel. A esto le agregamos su enorme miembro masculino cuya apariencia asemeja una culebra.
 Anfitrión era la combinación sublime de espantoso y desagradable. 

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