jueves, 14 de febrero de 2013


Letargo Esplendoroso

Carlos Xavier Paredes Gorena

IV.                   

El grimorio y los cuadros.

Eran las dos de la tarde y yo salía apurado a la facultad, entonces fui disuadido por la tentación que hace unos días había sido tan poderosa. La policía decidido investigar el departamento de Irma. Al fin podría husmearlo por dentro, y así nada más, sin tanto trabajo. No lo resiste y mande las clases al diablo.
Al principio la policía se opuso fuertemente a mi presencia, pero, logre convencer al encargado. Argüí que estando yo ahí podría aportarles nuevas pistas por lo oído la noche del suceso. Tenía un punto valido y lo reconocieron.
Lo primero que llamo mi atención fueron los objetos que se encontraban desparramados por el piso. Habían  velas esotéricas, naipes de clarividencia, adornos de temática oscura y un montón mas de cosas raras que fueron debidamente sondeados por los uniformados. Al unisonó, percate que el lugar trascendía un olor exótico e indefinido que brindaba a la atmósfera un casi palpable sentimiento de turbación y enclaustramiento. Y claro, también apestaba a brebajes etílicos. Percate muchas botellas de licor por todas partes, la mayoría vacías y muchas rotas. Dudo que Irma hubiera tocado alguna, la conozco y sé que odia la bebida.
Lo que más me impresiono fue su habitación. Contenía una cama pequeña, ropa tirada por el piso, ¡y unos sorprendentes cuadros pintados en lienzo con oleo y sangre! Luego de un análisis se determino que esto último le pertenecía a Irma, vaya sorpresa.
Seis en total, mordaces para un humano cualquiera y tal vez aterradoras para un felino con facultades cognoscentes. Tratare de describir esas extravagantes pinturas. Eran hermosas pero inquietantes. Todas con el mismo factor común, un tigre fornido de franjas blancas y purpuras claras. Se encontraba casi siempre en varias dificultades. En un cuadro se hallaba suspendido por una criatura monstruosa y ciclópea, en otro perseguido por un ave gigante y pavorosa que se asemejaba a un cóndor, batallando fieramente con seres ratoniles y enormes de dos cabezas y otras correteando tranquilo bajo las extravagantes luces de cielos y lagunas obviamente extraterrestres por su color y forma. Me parecían imágenes brillantes pero enloquecidas.
Acongojado por semejantes visiones abandone el cuarto y me dirigí nuevamente a su sala. No me sorprendió percatar que las paredes de su departamento eran tan sucias como las mías y seguramente como todo en ese condenado edificio. Lo que si me pareció interesante fue un círculo enorme trazado en tiza o greda, en su interior podían apreciarse algunos números y letras raras carentes de explicación.
Un enorme estante de madera yacía tirado en el suelo junto a muchos vidrios y platos rotos (que de seguro fue lo que escuche caer esa noche). Su población de libros también había sufrido las tribulaciones de la pelea y la mayoría se encontraban derramados por el piso. Fije mi atención en uno de ellos y sonreí al ver el dibujo de su portada. Un gato negro devorando a un gnomo grotesco, típicas lecturas de Irma. También había textos de leyendas, taumaturgia, cuentos de terror e investigaciones paranormales. Realmente lo usual en ella.
No obstante, el texto más raro fue encontrado en el lugar más extraño. Estaba en el piso cerca a su balcón, oculto bajo una maceta sin planta, me dijeron. Era o un libro o un diario, no pudieron determinarlo hasta la fecha. Lo que si podía saberse a simple vista era su naturaleza profana y arcaica. Su tapa era de madera desgastada, sus hojas de tela delgada casi translucida y estaba escrito con una amalgama de tinta y sangre indeterminada (días después el análisis la identifico como humana, pero de su creador o creadores tal vez no se sepa jamás pues no pertenecía a las venas de Irma). No logre apreciar el interior con gran detenimiento pues fue rápidamente confiscado. Obviamente debía seguirle la pista a cualquier descubrimiento que me dijese algo sobre Anfitrión y su naturaleza. Toda noticia era apreciable. Pues bien, fue difícil pero esto es lo que averigüe en el transcurso de las siguientes semanas.
Según mis indagaciones estaba escrito con pictogramas indescifrables y grabado con dibujos delirantes que bordeaban lo grotesco. Su origen y contenido intento ser identificado por algunos eruditos del país. Cada cual intento a su manera pero pronto descubrieron que sus esfuerzos eran inútil e innecesarios. Al parecer las ilustraciones y el idioma ilegible escapaban a sus concepciones y las de cualquier otra cultura civilizada conocida. Por consiguiente concordaron en que se trataba de una ideolengua particular, en otras palabras lo atribuyeron todo a la febril imaginación de una mente enferma.
Por asares del destino, el libro fue a parar a manos de un arqueólogo y sabio en lenguas muertas extranjero que estaba de pasada por una nación vecina (esto salió en un pequeño articulo del periódico). Según parece quedo impresionado. Al principio habría manifestado sus ansias por visitar a Irma, pero volvió a considerarlo al escuchar su historia (¿Quién podría culparlo?). No obstante declaró que la tipografía era muy similar a la encontrada en el misterioso manuscrito de Voynich. Al mismo tiempo comparo su misticismo con el depravado Necronomicón del árabe loco Abdul Al-Hazred. Pero declaro que las abismales diferencias no podían ser ignoradas. El idioma era radicalmente diferente y la cantidad de hojas entre ambos era considerable. Parecía que el texto encontrado en su balcón se trataba de un simple diario o un cuaderno de notas. Eso sí, compartían otras similitudes inexpugnables. Poseía símbolos desconcertantes, pictogramas imposibles y varios dibujos abominables de ritos y criaturas atroces.
¿Podría ser que el escritor de aquella blasfemia, quien quiera que fuese, hubiese hecho un capitulo nuevo para aumentar al libro de los muertos aravico? Los reporteros y autoridades decidieron descubrirlo de mano de la única propietaria. Cuando le cuestionaron sobre la procedencia del cuadernillo, o el significado de sus letras ella dijo no tener idea, se lo atribuyo a Anfitrión ¿Por qué mentiría? Que inocentes fueron todos.

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